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Monsieur y Madame Mattelart: mitos, comunicación y espacios de poder

Armand Mattelart es un autor francés bastante conocido, autor de algunos buenos ensayos sobre comunicación.

En su “Historia de la Sociedad de la Información” (Paidós, Barcelona 2002), escribe que el auge de la sociedad de la información culmina un proceso histórico iniciado a finales de la edad media. El objetivo es poner en pie un proyecto de sociedad “inspirado por la mística del número” como herramienta de razonamiento y de gestión social. En su opinión, la idea de la sociedad como red interconectada mediante mecanismos tecno-científicos sería muy anterior a la llamada “revolución de la información”. Según este enfoque, la articulación integral y sistemática de todas las realidades humanas mediante flujos de información que circulan a través de una malla de nodos interconectados (tablas, bases de datos, modelos, protocolos o estándares), es el resultado natural de la modernización iniciada en el siglo XVII. Sus grandes principios rectores serían, desde el punto de vista práctico, las exigencias de funcionamiento de la economía de mercado capitalista y la gestión de la sociedad que la sustenta, y, desde el teórico-ideológico, la consagración de un modo de pensar el mundo basado en el progreso, la ciencia y lo que este autor denomina “el romanticismo del número”. 

Su mujer, Michèle Mattelart, es menos conocida pero igualmente brillante. En la última edición del Periódico Feminista de Mujeres en Red se reseña una de sus obras, publicada en la década de los 80 pero muy contemporánea.

"Mujeres e industrias culturales " (Anagrama, Barcelona , 1982) es un libro meno y muy bien documentado que señala los mecanismos de control patriarcal en los medios de comunicación de masas y los contenidos culturales, desde las radionovelas trufadas de anuncios de los años cincuenta hasta las actuales "revistas femeninas". La mujer aparece como uno de los blancos predilectos de la comunicación de masas, que intenta, mediante un nuevo orden de representación simbólica, lograr dos funciones generales imprescindibles para el buen funcionamiento del sistema capitalista, asignadas "naturalmente" a la mujer. Por un lado, la de pacificar, equilibrar y resolver las contradicciones en el campo familiar y educativo. Por otro, la de lograr que la mujer interiorice este papel de pilar de la economía de apoyo (a través de su trabajo invisible, devaluado y gratuito que asegura la plusvalía del sistema). 

Juntos han escrito "Historia de las teorías de la comunicación" (Paidos, Barcelona 1997). 

 


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