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Tendencias y sociedad

Copio y pego un debate en el que he participado recientemente sobre la relación entre "tendencias de vanguardia" y sociedad, publicado en el Correo y en la web del suplemente Evasión Digital.

La pregunta tiene tela, por lo obvio y lo complejo del asunto, y estoy deseando preguntarle a mi compañero de debate por su experiencia. En fin, tras mucho deliberar, opté por echarme un largo y llamar a la cultura hacker "tendencia de vanguardia". No sin aclarar primero que me refiero a los fenómenos emergentes que, de verdad de la buena, exploran territorios posibles sin importarles una vaina que la gran mayoría de la gente -y especialmente quienes abanderan movimientos auto-proclamados de tendencias- los consideren unos freakies sin oficio ni beneficio
 

Tendencias
A DEBATE
Tendencias y sociedad futura
¿En qué medida las nuevas tendencias que marcan las vanguardias anuncian, en sentido amplio, las sociedades que vendrán?
Para hallar la respuesta conviene distinguir entre lo que surge de la gente y lo que impone la industria. Y después asomarse, por ejemplo, a la cultura "hacker" o al arte contemporáneo


María Pérez
Investigadora
Productora Cultural
Xabier Martínez Jauregui
Colectivo YOX.
Organizadores de MID_E
Si pensamos en las tendencias de las revistas de tendencias, como por ejemplo la del revival del pantalón pitillo, obviamente la respuesta es que no anuncian mucho. Es más, cuando se recurre a la etiqueta de tendencia significa que el fenómeno ya está afianzado y ha superado la fase de experimentación que normalmente acompaña a la vanguardia, aunque sólo la practiquen unos pocos. Pero, junto a este tipo de tendencias de pega, más mediáticas, existen otras que sí se sitúan en el territorio de la investigación y el "underground" en el sentido más noble de la palabra. Es el caso de la cultura "hacker", poco conocida pero artífice de muchos de los cambios de los últimos años, como la disolución entre productor y consumidor o la actitud "hazlo tú mismo" aplicada a los nuevos medios digitales.

Surgidos en la década de los 90 en la costa oeste de EE UU, los "hackers" investigan nuevas posibilidades de programación en torno al software libre, comparten libremente sus hallazgos y los devuelven a la comunidad con el único propósito de beneficiarla. Se organizan en comunidades espontáneas que evolucionan a medida que lo hacen sus intereses y resuelven por sí mismos cada nueva dificultad nacida del código, inspirados por una voluntad permanente de auto-realización e independencia. Estos hábitos de la cultura "hacker" (horizontalidad, "hazlo tú mismo", organización
en comunidades de geometría variable o intercambio desinteresado de conocimiento entre los miembros de la red) han sido absorbidos con naturalidad por los internautas de todo el mundo gracias a herramientas como Flickr, You Tube, la Wikipedia o los blogs. El denominador común de todas estas nuevas aplicaciones (manifestadas en lo que se conoce como web 2.0) es que apuestan por el protagonismo del usuario, convertido en creador, distribuidor y destinatario de sus contenidos. El internauta de segunda generación edita su propio blog, distribuye sus videos y sus fotos digitales o crea su estación de radio por Internet por el simple placer de hacer lo que le gusta y relacionarse con otras personas con intereses similares. Se ha convertido, sin saberlo, en un "hacker".

Este tipo de prácticas experimentales son las que realmente anticipan estilos y hábitos de conducta que se cuelan en la sociedad sin que seamos conscientes de ello. La imagen que se tiene de los "hackers" suele ser la de tíos feos, con pocos amigos, encerrados día y noche a oscuras frente a un ordenador. Pero ahí están, liderando una avanzadilla cultural sin aspavientos y casi sin pretenderlo. Así que habrá que seguir muy de cerca lo que ocurre en estos espacios de experimentación tecno-social que son los laboratorios "hackers" si queremos comprender algunos de los cambios que se avecinan y participar en ellos como algo más que simples espectadores.

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Uniforme o identidad. Futuribles y buenaventuras. Hacia una reconciliación del arte contemporáneo con el público no especializado.

A) El ser humano necesita clasificar y uniformizar lo que percibe, abarcable o no, en categorías de utilidad, apartando el resto. B) Al principio supremo de ordenación, que vinculaba los logros del conocimiento humano y lo desconocido para calmar nuestros miedos más atávicos, pueden acabar por suplantarlo las más poderosas corporaciones. C) El desarrollo, y las éticas acomodaticias sistematizadas en torno a él, principal disculpa de la oligarquía, nos lleva a paso urgente e inexorable hacia un mundo hipertecnológico, hiperpoblado, dividido y agotado.
D) Los valores éticos o los principios de socialización igualitaria que pueden contrarrestar el efecto de lo anterior están en profunda decadencia. E) Nuestra inclinación al pensamiento absoluto permite que los medios sustituyan al diálogo y al razonamiento. La velocidad y la redundancia de los tópicos que reproducen nos reconfortan en el sentimiento de pertenencia a un grupo ideal, tanto que todo el sufrimiento y conocimiento ajeno que se cuela entre tanto cliché nos parece un reflejo virtual e inocuo. F) Las calles, bibliotecas, centros docentes, cafeterías, y otros espacios para el intercambio y generación de conocimientos y de sentimientos diversos van camino de parecerse tanto entre ellos como nuestros rostros de seguir reproduciendo modelos reconocibles. Tanto, que el rígido artificio de lo mayoritario, que sustenta la adopción de estos modelos, puede parecernos tan natural a la cultura contemporánea como el móvil a nuestro cuerpo. Hasta aquí, hasta el cuerpo, un preámbulo organizado y casi fatalista, al que muy bien puede suceder, por proximidad, un posicionamiento personal, y de tan personal, contradictoriamente positivo y conciliador. Porque en la contradicción está la génesis de la reflexión, la crítica y la transformación. Que nuestros pies nos acerquen hasta el arte contemporáneo. Verlo, escucharlo, tocarlo, sentirlo, pensarlo.

La creación de vanguardia, responsable de su potencial concienciador, es un puente hasta nosotros que tienden quienes proponen compartir su visión más íntima y comprometida del mundo a través del arte, tras digerir sus placeres y sufrimientos. Una vía de discursos que pueden y deben aportar ese elemento cuestionador y dinámico, que impulse un cambio ascendente en nosotros hacia el respeto, la diversidad y la consciencia del derecho a la propia identidad y su expresión. Las tendencias, las nuevas corrientes ideológicas o creativas en el arte, la moda o cualquiera que sea la manifestación cultural de la que partan, bien diferenciadas de su homología tendenciosa, absorbida, mediatizada e impuesta por la industria, serían un ejemplo de que en la colectividad compartida y dialogante está la clave de las libertades individuales.

http://www.mid-e.com/

 

2 comentarios

Ptqk -

se acabaron y acabaron con el siglo XX. pero no sé que pasa que se resiste a morir! no panic, no hay peligro de que fleten buses desde el guggen hasta udondo ;-)

9cDR -

Sobre Nike, Minor Threat, el punk, el skateboarding, la CiA, el imperialismo cultural, la invasión de iRAK, y el expresionismo abstracto.
La tendencías acabaron en el siglo XX!!!

http://foulweather.blogspot.com/2006/09/another-20-down.html