Mediamutación. Cultura de los medios y crisis de los valores humanistas
Lo recomienda Pablo de Soto de Hackitectura
Texto por Franco Berardi "Bifo"
Desde los primeros desarrollos de la radiodifusión y el cine, el pensamiento crítico ha tenido una postura ambivalente frente a los medios eléctricos. En los años de entreguerras, Benjamin y Adorno dibujan las dos sensibilidades diferentes de la intelectualidad crítica ante la difusión de los medios de comunicación de masas. Benjamin intuye que la reproducción técnica de los mensajes crea condiciones completamente nuevas de percepción estética y de comunicación, mientras que Adorno ve en la comunicación de masas un declive del aura artística y cultural. En los años que siguieron a 1968, Enzensberger y Baudrillard replantearon el problema. Enzensberger vio en los medios de comunicación eléctricos la posibilidad de ampliar los contenidos tradicionales del pensamiento progresista, mientras que Baudrillard, en un ensayo de 1973 titulado «Réquiem por los media »,1 reconoce la ruptura radical que los nuevos medios producen en el terreno de las estrategias comunicativas y la crisis de los contenidos tradicionales de la tradición humanista y progresista.
Lo cierto es que las tecnologías de la comunicación han trastocado el contexto antropológico del pensamiento crítico y han suspendido los paradigmas fundamentales del humanismo moderno. Fue Marshall McLuhan quien ya en los años sesenta deshizo la ilusión crítico–humanista de poder someter a las tecnologías de la comunicación al gobierno racional y progresista de la democracia, del derecho y de la lógica. También Gilbert Simondon describió la formación de un ser técnico relativamente independiente que aparece al lado del ser vivo. Ese ser técnico está adquiriendo una especie de autonomía operativa frente a la consciencia humana: el sistema inorgánico de las redes técnicas se infiltra en la esfera orgánica del organismo biológico y social y se hace con sus riendas. McLuhan, por su parte, sostuvo que cuando a la tecnología alfabética le sucede la electrónica y, en consecuencia, a lo secuencial le sucede lo simultáneo, las formas de comunicación discursiva dejan paso a formas de comunicación configuracional y el pensamiento mítico tiende a prevalecer sobre el pensamiento lógico–crítico.
Esto explica que durante los últimos decenios del siglo XX la cultura política de la izquierda se ha mostrado incapaz de hablar el lenguaje de los medios y ha quedado así al margen de la gran transformación que ha llevado a los medios eléctricos al centro de la comunicación social. La izquierda política se formó en los valores del pensamiento crítico y ha mantenido en el centro de su panorama intelectual el valor dialógico de la democracia. Pero los valores del diálogo y la democracia están perdiendo consistencia porque la mente colectiva ya no funciona de acuerdo con las reglas de la selección crítica, que predominaron mientras el ambiente mediático estuvo dominado por la tecnología alfabética. La mente colectiva funciona ahora de acuerdo con normas de acumulación configuracional. El diálogo ya no es eficaz y la democracia se convierte en un mito y se ejerce como rito, pero ya no es el lugar de la libre elaboración del discurso común. El discurso común es producido por los medios, que delimitan el campo de lo visible y lo invisible y establecen los formatos de la organización narrativa de la sociedad.
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